La historia de Martín Di Marco es interesante para contar. Especialmente porque tal vez ni él mismo se reconozca como protagonista de esta trama.
Reseña por Ricky Esteves, filósofo y crítico de arte.
“Puedo estar equivocado y que el destino no le tenga preparado fama y fortuna. Es evidente que está en el comienzo de una carrera prometedora como artista. Y digo comienzo porque la trayectoria de artista demanda mucho tiempo y uno -con mucha suerte- se consagra al final de su vida, o incluso después de ella.
Martin De Marco ya es un artista. También es un logrado skater. Esta ocupación no es evidente ni se refleja en su labor en la pintura y la escultura. Su obra no es una prolongación de la cultura del skate ni el street art. Por el contrario, Martín, intuitivamente comenzó a experimentar en el arte utilizando el lenguaje de las vanguardias estéticas contemporáneas. Sin una formación “formal” acertó su estilo. Generalmente los artistas buscan durante un tiempo hasta encontrar un “trazo” propio. Martín De Marco definió su estilo desde el principio como si conociera su destino.
El mundo del arte es muy distinto al del skate. Está dominado por una serie de instituciones que regulan la circulación y reconocimiento de la obra del arte. Un flip varial 360 (o cualquier prueba) no requiere la aprobación de un crítico, un curador, galerista, o director de un museo. La obra de arte sí.
Martín ya emprendió ese camino obteniendo una residencia de artista en Europa. Allí desarrolla su trabajo de artista. Ha ingresado al mundo del arte en su centro más que desde la periferia.
Con la inocencia y gracia de un skater Martín transita los desafíos del mundo del arte como una pista de obstáculos. Todavía le espera mucha práctica para consagrarse en ese circuito. El talento ya lo tiene. Si su ambición es del mismo tamaño su éxito está casi asegurado. Pero eso solo lo puede determinar el tiempo y la aceptación del público.
La finalidad de esta reseña es hablar más del artista que de su obra. Esto sería redundante ya que lo hemos hecho anteriormente en esta revista. Ya señalamos que su estilo se inscribe en la corriente retrosensacionalista lo que permite (de alguna manera) asociarlo con Jeff Koons (tal vez el artista contemporáneo más importante de nuestro tiempo). La obra de Martín combina figuración realista con surrealismo esotérico. Conjuga lo humano con los astros imaginando una trascendencia “superior” a la de la conciencia.
“La obra de Martín combina figuración realista con surrealismo esotérico.”
La moraleja de este relato podría ser desestigmatizar el destino marginal del skater. Como si el skate fuera una enfermedad venérea que nos condena a terribles padecimientos y un final trágico. Si Martín De Marco sabe aprovechar las oportunidades que se le presentan, se esfuerza y trabaja duro, tal vez consiga ser un artista consagrado.